viernes, 6 de febrero de 2015

REPUBLICA

República (del latín respublĭca, ‘cosa pública’‘lo público’; y este de res‘cosa’, y pūblica‘pública’), en sentido amplio, es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley (constitución) y la igualdad ante la ley (al igual que otros regímenes basados en el Estado de derecho) como la forma de frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades civiles de los ciudadanos, de los que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. A su vez la república escoge a quienes han de gobernar mediante la representación de toda su estructura con el derecho a voto. El electorado constituye la raíz última de su legitimidad y soberanía. Muchas definiciones, como la de Encyclopædia Britannica de 1922, resaltan también la importancia de la autonomía y del Derecho (incluyendo los Derechos Humanos) como partes fundamentales para una república. No debe confundirse república con democracia (del griego δημοκρατία, dimokratía‘poder del pueblo’; y este de δñμος, dḗmos‘pueblo’ y de κράτος, krátos‘poder’), pues aluden a principios distintos; la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo.
La República alimenta a sus hijos y les instruye.
Pintura de Honoré Daumier, 1848.


Tradicionalmente, se ha definido la república como la forma de gobierno de los países en los que el pueblo tiene la soberanía y facultad para el ejercicio del poder, aunque sea delegado por el pueblo soberano en gobernantes que elige de un modo u otro. En la práctica suele pensarse que la forma de estado de un país es la monarquía si tiene rey, y república si no lo tiene. Lo cierto es que una república está fundamentada en el “imperio de la ley” y no en el “imperio de los hombres”. Una república es, de este modo, un sistema institucional independiente de los vaivenes políticos y en la cual tanto los gobernantes como los gobernados se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales normalmente establecidos en una constitución.

“Un montón de gente no es una república” Aristóteles.

Y la constitución, de ser apegada al Derecho, sirve para protegerlo y definir incluso qué leyes son buenas y cuáles malas en el marco de referencia constitucional.

El desconocimiento de estos principios clásicos en el mundo moderno lentamente ha conducido a muchos a expresarse en términos de “repúblicas democráticas” o “repúblicas islámicas”, sin considerar la contradicción que tales frases contienen.

Son elementos comunes que participan del contenido de la definición tradicional que la cultura occidental ha elaborado del concepto “República”:
  1. La periodicidad en los cargos
  2. La publicidad de los actos de gobierno: no es posible el secreto de Estado
  3. La responsabilidad de políticos y funcionarios públicos
  4. La separación y control entre los poderes
  5. La soberanía de la ley
  6. El ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone
  7. La práctica del respeto, y no la intolerancia, con las ideas opuestas
  8. La igualdad ante la ley
  9. La idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos

Los pilares fundamentales de la República

Los tres pilares fundamentales de la República según Aristóteles son: 
La división de poderes y su control recíproco. 
La participación política activa por parte de los ciudadanos (esto supone la publicidad de los actos estatales y la necesidad de instrucción en materias de ciencias jurídicas y política tanto teórica como “material” [aquella ocurrida en un estado determinado y en un momento dado]). 
La representación de todas las clases sociales dentro de las instituciones de gobierno con iguales atribuciones y prevalencia de ninguna. (La accedencia a dichas magistraturas necesariamente colegiadas en razón de la materia debe ser restringida (el magistrado debe pertenecer a la clase que representa y ser elegido con el voto solo de ésta). 

Es necesario considerar que para Aristóteles los fines supremos de las formas de gobierno deben ser: 
La libertad-igualdad (“solo somos libres entre iguales” [consideración griega de la época]) 

La realización de la justicia y del bien común. 
La realización plena del desarrollo de las capacidades cognitivas humanas para lo cual considera necesaria la realización de los dos puntos anteriores siguiendo el concepto fundamental de Sócrates [BIEN=VERDAD. Según el cual el bien es igual a la verdad y el mal a la ignorancia. 

Sócrates explica esto de la siguiente manera: -"El ser humano busca la felicidad, busca llenar su vacío existencial, para ello utiliza medios por los cuales pretende lograr dicho fin, la mayor parte de las veces utiliza medios que consiguen satisfacciones efímeras, etéreas, superficiales, qué no van más allá de los “deseos pasionales” (como tener sexo, alimentarse, sentirse importante, adquirir bienes, etc). En conclusión busca un fin por medios que no pueden alcanzarlo; ya que éste sólo puede ser alcanzado mediante la contemplación de la verdad, entendida como el conocimiento de la realidad" 

De esto se advierte que si sólo somos libres entre iguales no puede haber una clase gobernante, deben gobernar todas por igual.

Marx va más allá advirtiendo además que: habiendo elementos (individuos y/o clases) económicamente diferentes unos intentan superponerse sobre otros, estando rota, bajo dicho supuesto, la relación de igualdad de unos elementos para con los demás y por lo tanto la de libertad.

Ambigüedad en las definiciones

La aplicación de la misma palabra a dos conceptos o más diferentes pero relacionados lleva a inconsistencias: 
Los países que son repúblicas según la definición práctica normalmente aducen que son repúblicas en un sentido tradicional, aunque en muchos casos sean regímenes autócratas odictatoriales donde el pueblo no es soberano. 
Una monarquía electiva con soberanía popular o una monarquía parlamentaria serían repúblicas en sentido tradicional, porque la soberanía está en el pueblo que otorga más o menos atribuciones a un monarca no soberano. Sin embargo en la práctica jamás se llama república a una monarquía. 

Los analistas políticos creen que la Primera Guerra Mundial desató el fin de las monarquías tradicionales. La forma de estado republicana (definición tradicional) se impuso en la mayoría de los estados desarrollados, monarquías o no. Tras la primera guerra mundial, con el Tratado de Versalles desaparecieron tanto el Imperio austrohúngaro, como el Imperio alemán. Además, los monarcas de los estados ganadores fueron cediendo poderes y prerrogativas a instituciones democráticas electas.
República y religión

Una de las principales motivaciones por las que se cambiaba del régimen monárquico al republicano era el aspecto religioso.

La mayoría de Monarquías tenía una religión oficial de Estado de la que no se podía disentir, mientras que las repúblicas –sobre todo desde que la francesa y la estadounidense establecieran las bases para el derecho que actualmente recogen la mayoría de constituciones–, con la libertad de culto dejan este aspecto a la libre elección del ciudadano.